La sigilosa lampalagua


Movediza y silenciosa, la boa de las vizcacheras –también conocida como lampalagua– aparece como, quizá, la serpiente más grande que habita la Argentina.

Bautizada con el nombre científico de “boa constrictor occidentalis”, esta especie es dueña –además de su notable tamaño– de otra particularidad: es una de las variedades de ofidios que más cerca está de la extinción.

Con presencia cada vez menor en provincias como Salta, Formosa, Chaco, Jujuy, Santiago del Estero, Tucumán, La Rioja, Catamarca, San Juan, Córdoba, Mendoza y San Luis, la lampalagua es una serpiente de comportamiento solitario y más bien nocturno.

Popular como mascota –una de las causas que, junto con la caza indiscriminada y la destrucción de su hábitat, la transforma en un reptil casi extinto– la lampalagua rara vez ataca al hombre, aunque su manipulación siempre debe ser hecha con precaución dada su tendencia a la mordedura cuando se ve amenazada o tiene hambre.

Carente de veneno, la boa de las vizcacheras se sirve de la tremenda musculatura de su cuerpo y su boca dentada para atrapar a sus presas. La lampalagua mata por constricción, y entre sus alimentos favoritos aparecen lauchas y ratones, vizcachas, pájaros pequeños y lagartijas.

Dueña de una piel que combina colores como el castaño claro o el gris oscuro con manchas claras en la línea media del cuerpo, la lampalagua en su edad adulta puede llegar a medir más de 4 metros.

Hábil a la hora de trepar árboles y mejor nadadora, la boa de las vizcacheras suele elegir como refugio cuevas en el suelo o agujeros en la misma vegetación.

En lo que hace a la reproducción, este ofidio es de régimen vivíparo –sus crías nacen vivas y, a diferencia de sus progenitores, incorporan una coloración rosada– y cada ejemplar hembra puede dar a luz hasta 50 descendientes.

Con relación a la longevidad, las lampalaguas viven entre 20 y 30 años. La especie argentina integra el numeroso grupo de boas constrictor que se distribuyen por gran parte de nuestro continente.

Precisamente desde la Argentina hasta México, esta familia de reptiles dice presente en casi todos los países del norte de América del Sur y Centroamérica; incluso en algunas islas del Caribe.



Foto superior: Chaco/Myriam del Grosso
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